Bienvenidos ! .
¡Entremos un momento a nuestro propio YO!
Oigamos con atención estas palabras.
No culpes a nadie
Nunca te quejes de nadie, ni de nada,
porque fundamentalmente tú haces
lo que quieras en tu vida.
Acepta la dificultad de edificarte a ti
mismo
y el valor de empezar corrigiéndote.
El triunfo del verdadero hombre surge de
las cenizas de su error.
Nunca te quejes de tu soledad
o de tu suerte,
enfréntala con valor y acéptala.
De una manera u otra eso es el resultado
de tus actos
prueba que tú siempre has de ganar
No te amargues de tu propio fracaso ni
se lo cargues a otro,
acéptate ahora o seguirás justificándote
como un niño.
Recuerda que cualquier momento es bueno
para comenzar
y que ninguno es tan terrible para claudicar.
No olvides que la causa de tu presente
es el producto de tu pasado
así como la causa de tu futuro será tu presente.
Aprende de los audaces, de los fuertes,
de quien enfrenta las situaciones, de quien
vivirá a pesar de todo, piensa menos en
tus problemas y más en tu trabajo y tus
problemas sin eliminarlos morirán.
Aprende a nacer desde el dolor y a ser
más grande que el más grande de los
obstáculos, mírate en el espejo de ti mismo,
serás libre y fuerte y dejarás de ser un
títere de las circunstancias
porque tú mismo eres tu destino.
Levántate, mira el sol por las mañanas
y respira la luz del amanecer.
Tú eres parte de la fuerza de tu vida,
ahora despiértate, lucha, camina, decídete
y triunfarás en la vida; nunca pienses en
la suerte, porque la suerte es:
... el pretexto de los fracasados
Pablo Neruda
¿Por qué dices que no puedes?
¡Tú, Tienes la fuerza, atrévete a emplearla!
El Elefante Encadenado
Cuando
yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos
eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante, el animal
preferido de los niños.
Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso,
un tamaño y una fuerza descomunal... Pero después de su actuación y hasta poco
antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una
pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus
patas. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas
enterrado unos centímetros en el suelo. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me
parecía obvio que un animal capaz de arrancar un gigante árbol de raíz con su fuerza,
podría liberarse con facilidad de la pequeñísima estaca y huir. El misterio sigue
pareciéndome evidente.
¿Por qué no huye?
¿Qué es en realidad lo que le sujeta?
Cuando
tenía cinco o seis años, pregunté a los adultos por el misterio del elefante ¿Por
qué no huye si tiene tanta fuerza?. Alguno de ellos me explicó que el elefante
no se escapaba porque estaba amaestrado. Entonces pregunté: «Si está
amaestrado, ¿por qué lo encadenan?». Hace algunos años, descubrí que alguien
había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha
estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. Cerré los
ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy
seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de
soltarse. Y a pesar de sus esfuerzos, no
lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé
que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro
día, y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el
animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Ese
elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, el pobre cree que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la
impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha
vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a
poner a prueba su fuerza...
Todos somos un poco como el elefante del circo:
vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de cosas,
simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos
y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, grabamos en
nuestra memoria ese mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré. Hemos crecido
llevando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más
volvimos a intentar liberarnos de la estaca. Cuando a
veces sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la
estaca y pensamos: No puedo y nunca podré.
Cuentos para Pensar, de Jorge Bucay.
Si deseas mas cuentos para la reflexión o ir de la mano con alguien para descubrirte, para ver cosas que aun no percibes, para empezar a pensar en ello y en muchas otras, unos pocos minutos con estos vídeos, te permitirá quitar un poco el polvo al cristal, que tal ves no te permite ver cosas que existen y ocurren dentro y fuera de ti.
Tu Decides Como Invertir tu Tiempo es solo uno de muchos que te pueden proveer unos minutos para conversar contigo a través de sus lecturas, vídeos o audios.