domingo, 22 de marzo de 2015

                            

Bienvenidos ! .

     ¡Entremos un momento a nuestro propio YO!

Oigamos con atención estas palabras.  

 

 No culpes a nadie 


Nunca te quejes de nadie, ni de nada,
porque fundamentalmente tú haces
lo que quieras en tu vida.

Acepta la dificultad de edificarte a ti
mismo 
y el valor de empezar corrigiéndote.

El triunfo del verdadero hombre surge de
las cenizas de su error.

Nunca te quejes de tu soledad 
                 o de tu suerte,
  
enfréntala con valor y acéptala.

De una manera u otra eso es el resultado 
de tus actos
 prueba que tú siempre has de ganar

No te amargues de tu propio fracaso ni
se lo cargues a otro, 
acéptate ahora o seguirás justificándote
 como un niño.

Recuerda que cualquier momento es bueno
 para comenzar
 y que ninguno es tan terrible para claudicar.

No olvides que la causa de tu presente

es el producto de tu pasado
 así como la causa de tu futuro será tu presente.

Aprende de los audaces, de los fuertes,


de quien enfrenta las  situaciones, de quien

vivirá a pesar de todo, piensa menos en

tus problemas y más en tu trabajo y tus

problemas sin eliminarlos morirán.

Aprende a nacer desde el dolor y a ser

más grande que el más grande de los

obstáculos, mírate en el espejo de ti mismo,

serás libre y fuerte y dejarás de ser un

títere de las circunstancias
 porque tú mismo eres tu destino.


Levántate, mira el sol por las mañanas
y respira la luz del amanecer.

Tú eres parte de la fuerza de tu vida,
ahora despiértate, lucha, camina, decídete
y triunfarás en la vida; nunca pienses en
la suerte, porque la suerte es:
... el pretexto de los fracasados     

                                                                                                                                                                                    Pablo Neruda



¿Por qué dices que no puedes? 

         ¡Tú,  Tienes la fuerza, atrévete a emplearla!   

       

El elefante encadenado


El Elefante Encadenado
Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante,  el animal preferido de los niños. 
Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunal... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y  aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un gigante árbol de raíz con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la pequeñísima estaca y huir.  El misterio sigue pareciéndome evidente. 
¿Por qué no huye?
¿Qué es en realidad lo que le sujeta?
Cuando tenía cinco o seis años, pregunté a los adultos por el misterio del elefante ¿Por qué no huye si tiene tanta fuerza?. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Entonces  pregunté: «Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?». Hace algunos años, descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:
 El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y  a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, el pobre cree que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza... 
Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante,  grabamos en nuestra memoria ese mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré. Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca. Cuando a veces sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos: No puedo y nunca podré.    
                          
                                           Cuentos para Pensar,  de Jorge Bucay.  


Si deseas mas cuentos para la reflexión o ir de la mano con alguien para descubrirte, para ver cosas que aun no percibes, para empezar a pensar en ello y en muchas otras, unos pocos minutos con estos vídeos, te permitirá quitar un poco el polvo al cristal,  que tal ves no te permite ver cosas que existen y ocurren dentro y fuera de ti.
Tu Decides Como Invertir tu Tiempo es solo uno de muchos que te pueden proveer unos minutos para conversar contigo a través de sus lecturas, vídeos o audios.